Edurne Mezquita Yarza

Diplomada en Enfermería en la Universidad del País Vasc Vasco, especialidad en Enfermería Familiar y Comunitaria en Asturias. Su trayectoria profesional está centrada a la asistencia y Atención Primaria. Actualmente trabaja en el Consultorio Periférico El Berrón. Preside la Sociedad de Enfermería Familiar y Comunitaria de Asturias (SEAPA).


-Este año el día de la enfermería se regirá bajo el lema: “Nuestras enfermeras nuestro futuro” ¿Qué necesita la enfermería para abordar retos de salud global?

Diría que necesitamos una mayor cohesión y definir un plan.

El campo de los cuidados y, por ende, la Enfermería, están experimentando una profunda transformación, más acentuada en los últimos 20 años. Una transformación que no se limita a la parte técnica y a los procesos asistenciales más concretos, sino que también afecta a cuestiones más generales, como las responsabilidades que asume y la función que cumple dentro del entramado socio-sanitario. Prueba de ello es la creación de nuevos perfiles como las coordinaciones encargadas de enlazar las instituciones educativas y residenciales con el sistema sanitario, las recién introducidas figuras de enlace que tratan de mejorar la gestión de los procesos asistenciales cuando implican la atención simultánea de varios servicios o el debate planteado acerca de la enfermera escolar.

Probablemente, si afirmáramos que la Enfermería es la mayor potencia y oportunidad que tiene actualmente el sistema para poder adaptarse y ofrecer una mejor respuesta a las necesidades socio-sanitarias que plantea la sociedad, no nos estaríamos equivocando.

Ahora bien, para que este proceso se haga de forma adecuada y ordenada, es necesario profundizar en la reflexión en torno a la Enfermería como disciplina y plantear un análisis que conduzca a establecer un plan para dirigir su articulación estructural y funcional en el entramado socio-sanitario. De no darse este paso, problemáticas como los desajustes entre la oferta formativa y las necesidades del sistema, la falta de una apuesta decidida por el modelo de especialidades y su engranaje con la práctica avanzada, la brecha entre la teoría y la práctica, y la distancia que aleja a las enfermeras de sus responsables organizacionales o de la élite de la profesión, seguirán dando lugar a incoherencias, a fuerzas en diferentes direcciones, entorpeciendo el desarrollo de la disciplina, repercutiendo en la satisfacción laboral de su ejercicio y, en último término, afectando a la calidad de sus cuidados.

Me viene a la mente un poema de Gloria Fuertes, titulado “Dediqué mi libro”, que dice así:

Dediqué mi libro a una niña de un año,
y le gustó tanto,
que se lo comió.

La oportunidad está ahí. Pero es necesario saber aprovecharla.

-El Consejo Internacional de enfermeras alerta de que: “la mayor amenaza para la salud global es la escasez de fuerza laboral” ¿Comparte esta afirmación?

-Sí, completamente. Muchos de los problemas que plantea en sus declaraciones, como la escasez global de enfermeras, el envejecimiento de la plantilla o las crecientes cargas de trabajo, son fácilmente reconocibles en nuestro entorno. Creo que la exigencia de invertir en la Enfermería y respetar los derechos para garantizar la salud global es más que oportuna.

El documento publicado hace alusión a varias líneas estratégicas y políticas, de las que me gustaría resaltar dos.

La primera, sobre invertir en formación y en puestos de trabajo de Enfermería. El campo de los cuidados entraña una creciente complejidad que hace que cada vez resulte más difícil concebir su campo de forma unificada y homogénea y que sus profesionales puedan abarcarlo en su totalidad. El modelo de especialidades podría revertir esta situación, ofreciendo un soporte formativo para ampliar el marco competencial, por un lado, y posibilitando que quien está formado en un campo, pueda dedicarse a él. Lamentablemente, es una tarea aún pendiente en Asturias.

La segunda, sobre el liderazgo y el acceso a los puestos de dirección de las enfermeras. La calidad asistencial y la adecuación de las decisiones pasa por apreciar el valor específico que añaden las enfermeras y por construir espacios que reúnan todas las perspectivas.

-Dentro de su área asistencial y de sus competencias laborales, en qué grado mediría la necesidad de las siguientes acciones. INVERTIR, PROTEGER, RESPETAR, VALORAR.

Me centraré en la Atención Primaria. ¡Allá voy!

Invertir… en generar salud, en un enfoque salutogénico. La asistencia de los procesos agudos a menudo relega a un segundo plano esta actividad que, sin embargo, es inherente a la Atención Primaria. Se necesita potenciar la acción educadora y promotora de salud.

Proteger… el clima laboral y el trabajo en equipo.

Respetar… y apreciar el trabajo de los profesionales. A veces, la saturación de las agendas y la sobrecarga de la demanda no permiten que las actividades que requieren trabajar de forma programada y/o con una mayor dedicación, tengan suficiente espacio. Es el caso de la cirugía menor, la atención domiciliaria o los talleres grupales, entre otros.

La improvisación, las interrupciones durante la atención y las continuas reprogramaciones de las citas generan descontento y frustración en los usuarios y los profesionales.

El tiempo y el esfuerzo son finitos. Hay que optimizar los recursos.

Valorar… otras formas de hacer. La implementación de otras metodologías que permitan superar en impacto y alcance, el clásico tú a tú de la consulta. De eso trata la esencia de la atención familiar y comunitaria: de una visión colectiva, integral y longitudinal.

El giro de la orientación comunitaria de la Atención Primaria podría pivotar sobre las enfermeras.

Diplomada en Enfermería en la Universidad del País Vasc Vasco, especialidad en Enfermería Familiar y Comunitaria en Asturias. Su trayectoria profesional está centrada a la asistencia y Atención Primaria. Actualmente trabaja en el Consultorio Periférico El Berrón. Preside la Sociedad de Enfermería Familiar y Comunitaria de Asturias (SEAPA).


-Este año el día de la enfermería se regirá bajo el lema: “Nuestras enfermeras nuestro futuro” ¿Qué necesita la enfermería para abordar retos de salud global?

Diría que necesitamos una mayor cohesión y definir un plan.

El campo de los cuidados y, por ende, la Enfermería, están experimentando una profunda transformación, más acentuada en los últimos 20 años. Una transformación que no se limita a la parte técnica y a los procesos asistenciales más concretos, sino que también afecta a cuestiones más generales, como las responsabilidades que asume y la función que cumple dentro del entramado socio-sanitario. Prueba de ello es la creación de nuevos perfiles como las coordinaciones encargadas de enlazar las instituciones educativas y residenciales con el sistema sanitario, las recién introducidas figuras de enlace que tratan de mejorar la gestión de los procesos asistenciales cuando implican la atención simultánea de varios servicios o el debate planteado acerca de la enfermera escolar.

Probablemente, si afirmáramos que la Enfermería es la mayor potencia y oportunidad que tiene actualmente el sistema para poder adaptarse y ofrecer una mejor respuesta a las necesidades socio-sanitarias que plantea la sociedad, no nos estaríamos equivocando.

Ahora bien, para que este proceso se haga de forma adecuada y ordenada, es necesario profundizar en la reflexión en torno a la Enfermería como disciplina y plantear un análisis que conduzca a establecer un plan para dirigir su articulación estructural y funcional en el entramado socio-sanitario. De no darse este paso, problemáticas como los desajustes entre la oferta formativa y las necesidades del sistema, la falta de una apuesta decidida por el modelo de especialidades y su engranaje con la práctica avanzada, la brecha entre la teoría y la práctica, y la distancia que aleja a las enfermeras de sus responsables organizacionales o de la élite de la profesión, seguirán dando lugar a incoherencias, a fuerzas en diferentes direcciones, entorpeciendo el desarrollo de la disciplina, repercutiendo en la satisfacción laboral de su ejercicio y, en último término, afectando a la calidad de sus cuidados.

Me viene a la mente un poema de Gloria Fuertes, titulado “Dediqué mi libro”, que dice así:

Dediqué mi libro a una niña de un año,
y le gustó tanto,
que se lo comió.

La oportunidad está ahí. Pero es necesario saber aprovecharla.

-El Consejo Internacional de enfermeras alerta de que: “la mayor amenaza para la salud global es la escasez de fuerza laboral” ¿Comparte esta afirmación?

-Sí, completamente. Muchos de los problemas que plantea en sus declaraciones, como la escasez global de enfermeras, el envejecimiento de la plantilla o las crecientes cargas de trabajo, son fácilmente reconocibles en nuestro entorno. Creo que la exigencia de invertir en la Enfermería y respetar los derechos para garantizar la salud global es más que oportuna.

El documento publicado hace alusión a varias líneas estratégicas y políticas, de las que me gustaría resaltar dos.

La primera, sobre invertir en formación y en puestos de trabajo de Enfermería. El campo de los cuidados entraña una creciente complejidad que hace que cada vez resulte más difícil concebir su campo de forma unificada y homogénea y que sus profesionales puedan abarcarlo en su totalidad. El modelo de especialidades podría revertir esta situación, ofreciendo un soporte formativo para ampliar el marco competencial, por un lado, y posibilitando que quien está formado en un campo, pueda dedicarse a él. Lamentablemente, es una tarea aún pendiente en Asturias.

La segunda, sobre el liderazgo y el acceso a los puestos de dirección de las enfermeras. La calidad asistencial y la adecuación de las decisiones pasa por apreciar el valor específico que añaden las enfermeras y por construir espacios que reúnan todas las perspectivas.

-Dentro de su área asistencial y de sus competencias laborales, en qué grado mediría la necesidad de las siguientes acciones. INVERTIR, PROTEGER, RESPETAR, VALORAR.

Me centraré en la Atención Primaria. ¡Allá voy!

Invertir… en generar salud, en un enfoque salutogénico. La asistencia de los procesos agudos a menudo relega a un segundo plano esta actividad que, sin embargo, es inherente a la Atención Primaria. Se necesita potenciar la acción educadora y promotora de salud.

Proteger… el clima laboral y el trabajo en equipo.

Respetar… y apreciar el trabajo de los profesionales. A veces, la saturación de las agendas y la sobrecarga de la demanda no permiten que las actividades que requieren trabajar de forma programada y/o con una mayor dedicación, tengan suficiente espacio. Es el caso de la cirugía menor, la atención domiciliaria o los talleres grupales, entre otros.

La improvisación, las interrupciones durante la atención y las continuas reprogramaciones de las citas generan descontento y frustración en los usuarios y los profesionales.

El tiempo y el esfuerzo son finitos. Hay que optimizar los recursos.

Valorar… otras formas de hacer. La implementación de otras metodologías que permitan superar en impacto y alcance, el clásico tú a tú de la consulta. De eso trata la esencia de la atención familiar y comunitaria: de una visión colectiva, integral y longitudinal.

El giro de la orientación comunitaria de la Atención Primaria podría pivotar sobre las enfermeras.